Encaminados a la moda sostenible

 

 

Quizá no te hayas parado a pensarlo nunca pero, ¿cuántos litros de agua crees que son necesarios par la fabricación de una simple camiseta de algodón? La cifra es realmente abrumadora y es que el volumen de agua utilizado es de 2.700 litros. Impresionante ¿Verdad? Por si este dato puede resultarte asombroso, debemos añadir que más del 30% de las prendas que se fabrican terminan transformadas en residuos en un corto periodo de tiempo.

 

Lo cierto es que la cosa es aún peor, ya que, si mirásemos con detalle las etiquetas de las prendas nos daríamos cuenta de que para su fabricación se utilizan una gran cantidad de materiales y sustancias muy contaminantes para el medio ambiente. Y, bueno, además de todo esto, ¿conoces las condiciones de trabajo de quienes elaboraron esas prendas? Solo siendo conscientes de la realidad detrás nuestras prendas podremos trabajar para acercarnos hacia un modelo de moda sostenible.

   

 

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Cada año, la industria de la moda produce más de 100.000 millones de prendas y mueve alrededor de 3 billones de dólares y su ritmo de producción origina un consumo de prendas de más del 400%, de las cuales, un alto porcentaje acaban siendo desechadas casi como si se tratasen de artículos de un solo uso. Aquí es donde entra en juego el concepto de fast fashion, el cual tiene muchas similitudes con el de fast food.

 

Pese a las crisis de los últimos años y la pérdida de poder adquisitivo, compramos mucha más ropa que antes. La diferencia es que lo hacemos a un menor coste. ¿Cómo es posible?

   

 

 

El problema de la “fast fashion” y la necesidad de la moda sostenible

El epicentro del problema reside en la sociedad de consumo actual y el comercio con el gigante asiático. La grandes marcas producen a un ritmo vertiginoso y a unos precios ridículos, por lo que incrementan exponencialmente sus beneficios con la fagocitación nuevas tendencias de manera continua y ampliando semanalmente su variedad de productos con temporadas cuasi infinitas. Por tanto, debemos entender que no puede existir moda sostenible si no existe antes un cambio de actitud por parte de quienes consumen sus productos.

 

Debemos entender que, frente a la comodidad de estrenar a precios de risa cada fin de semana, confronta con el hecho de que realizar estas compras de manera irresponsable (dado el valor económico de esas prendas) termina por devaluar su valor práctico.

 

 

La producción masiva de prendas genera altos beneficios para la industria pero sus consecuencias no solo provocan daños irreparables en el medio ambiente, sino también tienen un impacto negativo económico y social.

 

- Supone el 10% de emisión de carbono mundial y generan más del 20% de las aguas residuales.

- Con el traslado de la producción a países con mano de obra más barata (cuyas condiciones de trabajo son inseguras, insalubres y precarias), se produce una disminución del empleo local y la desaparición de empresas o talleres de tejido y de profesiones con un carácter más artesano. En resumidas cuentas, un terrible aumento de la pobreza y la desigualdad.

 

A pesar ser conscientes de muchos de estos datos, los clientes parecen no percibir el terrible impacto de sus hábitos de consumo, de las consecuencias de la maquinaria de la industria textil y de lo necesario que es apostar por la moda sostenible.

 

 

Y en el lado humano… ¿Sabemos quién está detrás de nuestras prendas?

Detrás de las espeluznantes cifras del daño medioambiental, se esconde un lado aún más oscuro. Parémonos a pensar en la larga cadena que hay detrás de cada prenda y en las personas que trabajan en su elaboración. Pensemos entonces en cuantos intervienen en la fabricación de una prenda cualquiera de algodón, por ejemplo, una camiseta:

 

Las personas que cultivan y recogen el algodón.

Las personas encargadas en transformar las fibras de algodón en hilo.

Las personas que tejen el hilo de algodón para convertirlos en tela.

Las personas que cosieron esas telas y confeccionaron las prendas.

Las personas que se encargaron de empaquetarlas y almacenarlas.

Las personas que se encargaron de su transporte de origen hasta la tienda.

 

A todo ese equipo humano, hemos de añadir a toda una plantilla de diseñadores de las prendas, diseñadores gráficos, diseñadores web, creativos y publicitarios, comerciales, dependientes de tienda y como no, directivos de la propia marca. 

 

¿Pensáis que las condiciones de trabajo y salario serán las mismas para todos los eslabones de la cadena de trabajo?

 

 

¿Cómo surge la moda sostenible?

El concepto de sostenibilidad hace referencia al equilibrio dentro de un sistema, de manera que podríamos decir que el desarrollo sostenible es una forma de satisfacer nuestras necesidades de presentes sin poner en peligro a las generaciones futuras.

 

Fue entonces cuando en 2007 la escritora y activista Kate Fletcher se convirtió en la predecesora de la moda sostenible planteando el concepto de Slow Fashion. Esta idea, propone la utilización del diseño como herramienta de cambio social, de forma que la producción y el consumo de la ropa se realice de una manera más responsable.

 

Tras la catástrofe sucedida el 24 de abril de 2013 en Dacca (Bangladesh) cuando se producía el derrumbamiento de un edificio de 8 plantas y la trágica cifra de 1135 trabajadores muertos, tres mujeres iniciaban un nuevo movimiento con el fin de alertar de la preocupante situación que esconde la industria de la moda. Es así como Lucy Siegle, Orsola de Castro y Carry Sommers iniciaban el movimiento Fashion Revolution.

 

 

¿Qué necesitamos para lograr el cambio hacia una moda sostenible?

Si tenemos en cuenta las nada favorables previsiones climáticas y de recursos naturales que se dibujan en el horizonte, lo primero que debemos valorar es la reducción del impacto ambiental que ejerce la industria de la moda. Dado que nuestros recursos naturales son finitos, debemos preservarlos como nuestro bien más valioso. No olvidemos también que la huella ecológica también se produce desde nuestro hogar, cada vez utilizamos la plancha y sobre todo, la lavadora.

 

En segundo lugar, se han de cuidar los derechos laborales de cada uno de los eslabones de la cadena de producción de las prendas, haciendo visible con total transparencia el ciclo de cada una de ellas, desde su fabricación en origen hasta el fin de su vida útil y el lugar en el que acaba.

 

Por último y no menos importante, que su sistema se base en un modelo económico de tipo circular, cuyo crecimiento sea cualitativo y no cuantitativo, de manera eficiente y apostando por la innovación, donde sea además sea posible el upcycling.

 

 

La clave de la moda sostenible: La reutilización

La moda circular, nos permite alargar la vida de las prendas y darles un nuevo comienzo. La venta, el intercambio, el remiendo, la donación o el alquiler, nos permite la recuperación de prendas, transformando en nuevo lo que para otras personas era ropa usada cuyo uso llegaba a su fin.

 

Debemos de entender que, a pesar de que la sostenibilidad al 100 por 100 no existe, las prendas más sostenibles son aquellas que ya tienes. Por tanto, nos encaminaremos hacia un modelo de moda sostenible si asumimos que la reducción del consumo de prendas y su reutilización es en sí la respuesta más responsable, con un menor coste para tu bolsillo y para el planeta.

 

 

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